miércoles, 22 de febrero de 2017

2014 07 29 El marinero



Erase una vez que se era, un marinero que después de haber surcado los siete mares, Ya había adquirido toda la experiencia que de un hombre como él se esperaba. Había vivido aventuras y paseado por delante de la muerte en suficientes ocasiones como para sentirse a gusto con el navegar de su vida. Pero si la vida continúa es porque tiene algo más que mostrarnos…


Su última gran aventura, el hundimiento de su propio barco, le había dejado anclado en tierra. Molesto, acalorado y hasta preocupado por la suavidad de su piel ausente de las brisas salinas. Estaba como gato encerrado, sin saber qué hacer. No es que tuviera muchas ocupaciones en las grandes travesías de las que estaba acostumbrado, pero si había algo en el movimiento del mar, en la brisa constante, en la monotonía del horizonte, que le hacía experimentar sus largos momentos en balde desde un mundo en el que el tiempo se contaba de otra manera.


Como iba diciendo, la realidad de la que ahora era protagonista iba por otros derroteros. Aquí sí que el tiempo era sólido, tedioso y omnipresente. Los días eran largos y tenían un componente de espera, de no se sabía qué, que dificultaba la reflexión, el disfrute del momento, de cada uno de ellos, y todo estaba bañado de una sensación de ansiedad que no dejaba salir del cuerpo para irse a reunirse con su propio yo.


La casa no se movía, por lo que su cuerpo era más presente. Las ventanas no suplían ni de luz ni de viento suficiente; era como estar en una caja cerrada. La comida no tenía el componente fresco de saber que había estado vivo hasta sólo hace un rato atrás. Es así como se encontraba fuera de lugar de su yo. Fuera de lugar también de su escenario de vida. Arrancado del propósito de su existencia. 


Como todos sabemos la vida tiene un componente de injusticia, sobre todo cuando hablamos de dinero o de posibilidades. Hasta la persona más alejada de su vida, alguien que no le hubiera visto nunca, sabía que un hombre como él se merecía un nuevo barco; una nueva herramienta de trabajo, en su caso de vida. Cabe la posibilidad que el universo le diera la oportunidad de navegar bajo otro barco, con nuevas normas, capitanes, compañeros; pero la vida era tan injusta que lo había, aun así, descartado por su edad, esa que en alta mar no había ido contando años, pero que delante de una de las ventanillas de la oficina de trabajo no le dejaba la posibilidad de pedir clemencia. Estaba en el reino del tiempo sólido donde los años se habían reunido todos juntos para balancear otro tipo de justicia.


¿Dónde estaba la gente?, tampoco hacía tanto que la pasarela había dejado atrás esas caras conocidas al izarse. Estaba claro que ese gesto había sido duro e incluso definitivo. Yo aquí, ellos allí, pero estaba de vuelta. Igual que él había estado en un barco, esas mismas caras conocidas habrían permanecido en el pueblo; ambos en su sitio, ambos viendo pasar el tiempo, ambos, porque no, ahí esperando para la vuelta. El caso es que parecía que la vuelta sólo le concernía a él. Los demás parecían no haberlo acordado de la misma manera.


Todavía no sabía si era un castigo, una consecuencia de su ausencia, una venganza o por cansancio a no haber tenido noticias, visitas o ensoñaciones de su alma saludando a sus seres más allegados. El caso es que nadie le esperaba.  Como iba diciendo la casa se había quedado oscura, silenciosa y vacía. También llena de polvo de óxido y de vida salvaje en miniatura.


Por todo lo explicado antes, no quedó otra que empezar una nueva vida, no deseada, más densa, más lenta y aunque paradójicamente, de momento, más solitaria.

martes, 4 de noviembre de 2014

2014 11 04 La mujer que abraza la arena.



La mujer que abraza la arena, que viene de lejos pero que disfruta del tránsito, porque al llegar sigue abrazada a la arena. No porque diga por fin, como dirían algunos, viene de lejos y está descansando del duro viaje a través de las olas. Ahora se recompondrá, se levantará y se irá, quizá sin meditar lo que hará más tarde, quizá ya lo meditó en el estado de librarse de las olas, de dejar de mover el cuerpo. No se levanta porque lo que está es en el abrazo a la arena, que tampoco es un abrazo, porque lógicamente no se deja esta, la aparentemente inerte, rodear por su condición de plana, acumulada tras los años. Pero si se deja abrazar en el contacto de lo intangible, con los átomos que no se cuentan porque son invisibles, no porque no existan. Sí, se deja con el séptimo sentido, que además es el más profundo. El del corazón, que como ya he dicho no se ve, no se puede contar, pero eso no quiere decir que no exista.
Yo diría incluso que tiene todo lo que necesita. No le urge ir a ningún sitio, no le urge pensar o disponer de otros menesteres. La concha del Nautilus está ahí para ella, pero ahora no es momento de Fibonacci. Ella ya se sabe perfecta y está en ese tránsito más allá de la perfección de los números. Si fuéramos la espiral en su esencia, nos sentiríamos abandonados. Ya no como concha que una vez tuvo vida y fue cobijo, cosa que seguramente para los guardianes de las formas es necesario dejar claro. Se siente abandonada porque es el estado del corazón el que manda, que está más allá de las relaciones de la naturaleza, de las perfecciones espirales o los mandatos, formulas o recetas que ordenan y distribuyen la vida.  A fin de cuentas el carapacho calizo no tiene que perdonarle nada, ni al olvido de ella, ni a la vida que tuvo dentro, para no olvidarme de los mismos  guardianes de antes. Es la cáscara y es ahora, al igual que lo es Lorenzo con su pelaje blanco y su inocencia más blanca todavía, siempre en su mundo, siempre en el de todos. Los dos amaestrados por la lógica de la espiral. Y cuando digo ahora es siempre. Porque aunque los humanos no sepamos vivir en el siempre no significa que exista el antes o el después. Sólo  nos hemos aferrado porque tenemos mucho tiempo para divagar. Pero no es el caso de nuestra mujer que en este momento está también en el siempre, al igual que la arena que la abraza. Que la arena que la abraza, porque no existe abrazo que se dé de uno a otro o de persona a cosa o viceversa. Un abrazo es un abrazo. Como es lo mismo que decir que una obra no está acabada. Si se la deja reposar es que no hay más que decir por el momento. Porque decir que no dice nada sería ofuscado desde el momento que ha dado vida a este texto.

sábado, 21 de junio de 2014

2014 06 21 Sufro gravemente de Ortorexia.

Pues sí, como reza el título, sufro gravemente de ortorexia. La maldita manía de comer sano, de no querer probar los transgénicos, los precocinados aglutamatados, las bebidas artificiales con edulcorantes artificiales y no sé que más cosas. La verdad es que tuve la suerte de poder llegar a ver comida de verdad cuando era pequeño. Recuerdo incluso, hace unos años, una vez en Colombia que comiendo un pollo asado, mi familia colombiana ser reía de mi porque no hacía más que repetir que el pollo sabía a pollo; hacía tanto tiempo, ya entonces, que no probaba un pollo de verdad criado como debe ser. También tuve la suerte de tener una madre -para entonces los padres no cocinaban- que se preocupaba por darnos verduras, legumbres, frutas, carnes y pescados; para así darnos una alimentación equilibrada y sana. A veces protestábamos porque también queríamos un "Tigretón", unos "Gusanitos" o una "Pantera Rosa" o cualquier otra delicia que veíamos a nuestros compañeros de clase. Pero nos insistía que ya estábamos bien alimentados y que no era necesario comer ese tipo de comida. Y que no era sano ni nutritivo. Lamentablemente cuando llegamos a la adolescencia no pudo controlar todo lo que comíamos. Ni bebíamos. Ni tomabamos.

Tanto eché de menos esos días que en la actualidad intento comer sano, no precocinado, intento comprar en el mercado y a ser posible ecológico y en vez de comprar en las grandes superficies. Procuro comer alimentos básicos, como ya comenté antes, en vez de cosas ya elaboradas. Intento evitar algunos alimentos que considero dañinos y que no aportan nada a la alimentación como los lácteos, el azúcar y edulcorantes, la sal refinada o el trigo o los alimentos con gluten. 

Reconozco que en general no hay conciencia de comer sano, tampoco cuando voy a comer fuera. Pero aún así nuestros gobernantes están preocupados y han decidido que cualquier persona que quiera comer sano está enfermando de "ortorexia" con graves implicaciones en el aislamiento social y la autodestrucción. (Muy Interesante 21.02.2011 y Diario “La nueva España” 18.03.2014). Claro, en ese caso, no sólo creo que comer bien es importante, es más, debo honestamente declararme enfermo de tal mal. No voy a renunciar a intentar escapar de la comida basura y transgénica que nos inunda y nos es impuesta. Ya empecé a preocuparme cuando de pequeño vi como le daban piensos a los animales, pensé que sólo era cuestión de tiempo que acabáramos comiéndolo nosotros.

Pero no todo es alimentación. También estoy enfermando de protestarexia ante las injusticias, de amorexia, sexorexia, pazoerexia por hacer todo lo posible por un mundo mejor con más amor, respeto y cariño,  Culturexia y educarexia con brotes de leerexia por desear un mundo más educado, culto y sensible ante los sentimientos y las costumbres de los demás -que no la permisibilidad-, ecorexia, por la urgencia de cuidar del planeta donde vivo, econorexia y energirexia porque un día imaginé un mundo sin dinero y alimentado de energías libres y gratuitas. Y otras tantas afecciones que me están empezando a pesar desde hace años. 

Espero que pronto saquen los fármacos adecuados. Así ellos podrán hacer su negocio y quizá, si son buenos, alivien mis dolencias, aunque tengo un alma y un espíritu duros de roer, ya muy enfermos de todas estas afecciones.

jueves, 16 de mayo de 2013

20130515 La dirección de la bala y el anhelo de mi corazón.

Hoy me encuentro de nuevo con una hoja en blanco delante de mi. 

Todos los días son una oportunidad para hacer algo nuevo, algo distinto, empezar con una rutina o una liberación. Nunca nos preguntamos y parece que vamos como viajando por una carretera en la que las personas, los acontecimientos, las noticias, los encuentros, nuestros estados de animo, no sé cuantas cosas más nos van empujando; se van tropezando con nosotros y nuestra dirección, nuestro deseo impidiendo nuestra trayectoria de bala, derecha, potente, definida, incluso atrevida. La bala que imaginamos en nuestras fantasías, en nuestros sueños, que a lo mejor es pura ficción en nuestra vida cotidiana.

Todas estas cosas nos van empujando, se van tropezando con lo que queremos y nos van sacando a la cuneta, o nos mandan por el desvío que no queríamos. De repente vemos que nuestra salida ya se ha pasado y que por culpa de algo que no habíamos previsto nos hemos pasado de nuestra meta. Agotados, nos sentimos molestos por todo el trabajo que tenemos que hacer para enderezar nuestro rumbo, dar incluso media vuelta para volver a perseguir nuestros propósitos de vida de nuevo.

Me recuerda, incluso, cuando empiezas decidido una relajación, una meditación y no encuentras la postura, te pica el cuerpo por todas partes, te despista un goteo proveniente de la cocina o no dejas de escuchar el tráfico o unas obras lejanas por la ventana. Un cúmulo de despropósitos que no le deja a tu mente que descanse y desaparezca, siquiera por unos instantes.

Es bueno decir no a alguien cuando se tropieza contigo y te pide que te desvíes con él por un momento. Es bueno decir que sí y dejarte llevar por las circunstancias. Es bueno ir a la par con todos, como una pandilla cuando se va de marcha, o es la soledad y el encabezar nuestros actos lo más apropiado.

Es el rumbo colectivo o el rumbo individual el que hace el colectivo. Hasta ahora, desde el principio de estas lineas, había hablado de actos conscientes; porque esta pesquisa no pretende ser un análisis. Más bien una reflexión de si uno debe ser pasivo o activo, más bien, si uno tiene que aprender a decir no a los miles de propuestas que le llegan desde todos los flancos de su interior, perdón, de su exterior. Ahora ya no sé.

"Hay tantas luces en la sala, tanta gente que nos llama que no se oye nada" como decía Silvio en el hallazgo de las piedras. Más si cabe desde que existe Internet, el correo, los twitts, los wapps, los chat, los mensajes, los blogs, las web.. Ya me canso sólo de enumerar los canales

Ya estamos todos comunicados, Ya no vamos a volver a perdernos. Aunque cayera un ataque de P.E.M. sobre nosotros ya hemos vivido la experiencia de estar conectados. No nos la puede quitar nadie. Siempre nos quedará la telepatía.

En realidad aún recuerdo cuando nos juntábamos para beber, hacer música, hacer calle o simplemente salir a dar una vuelta, la cantidad de conversaciones de como debían ser las cosas, de como debíamos arreglar el mundo. Al final la saturación de palabras, de ideas, de interrupciones, no sé de que más, nos va a llevar a empezar a caminar en silencio, pero en definitiva a caminar con piso firme pero fraternal; dando una mano gentilmente pero sin olvidar por donde seguir después de ser interrumpido, empujado o tropezado.

En definitiva nunca he visto a la gente tan unida como ahora en la cresta de la ola del individualismo. 

De todas formas disculparme si aunque vaya de la mano de vosotros no os escucho con atención  o me interrumpís o me tropiezo y no me giro a miraros; ha llegado el momento de centrarme en el anhelo de mi corazón. Al principio os puedo parecer hostil o mal educado. Con el tiempo celebrareis conmigo que de esta manera todos nos hemos ayudado mutuamente y que en el fondo estábamos en el mejor camino.

Como decía mi madre, la caridad empieza con uno mismo.

lunes, 11 de marzo de 2013

20120311 El asunto perdido de cada día.


Es probablemente la hora de dormir. Aún así me resisto a meterme en la cama. No sé si queda mucho por hacer. No sé si realmente queda algo por hacer. Lo que sí siento, como cierto, es que el día no ha acabado todavía. ¿Es posible que el día acabe más adelante, con el sueño? ¿Es posible que no pueda irme a dormir hasta que no haya dejado acabados todos los temas que cruzan por mi mente? 


Hace ya tiempo empecé a sentir que el tiempo era más pequeño, que se quedaba corto para ver a mis queridos y allegados, para deleitarme con mis proyectos, que las mañanas y las tardes ya son ratos que se pasan sin que te des cuenta antes incluso de que hayan empezado. Perseguido por una actividad frenética que no lleva a ningún lado me planteo todavía porqué no encuentro, por ningún sitio, cinco minutos diarios para poder parar.


Siempre imaginé que con la edad y la experiencia el tiempo iba a dar mucho más de sí. Que iba a poder ahorrar cientos de minutos porque ya sabría lo que quería y donde estaba. 


Al final está pasando lo contrario. Cada día me sale más caro. Las tareas quedan pendientes incluso después de haberlas acabado. Se ramifican y multiplican como si en vez de ser pasos que doy y voy cerrando, fueran ventanas que voy abriendo desde las cuales se debiera ir saltando.


Ahora me siento agotado. Igual es un buen momento para irse a la cama. De todas formas siento el temor de que mañana me levantaré igualmente consumido, ya que mi mente no habrá parado de saltar por ahí toda la noche. 


Hay algo que me falta por hacer todos los días …; pero si os tengo que decir la verdad, todavía no sé lo que es.

Buenas noches.

martes, 5 de febrero de 2013

20120613 …triste, cansado y pensativo.

Después de correr por el bosque hasta llegar al claro, se topó con algo que llamó de manera especial su atención en ese paraje. Las últimas lluvias habían creado un lagunajo que no acostumbraba a formarse. De cerca parecía muy profundo, y que menos que asomarse para elucidar tan raro efecto óptico. Asomada la cabeza y de rodillas, alterado al verse sobre un espejo negro, no le quedó otra que formularse a sí mismo.

- ¡Qué mal aspecto tienes! ¡Estás hecho una piltrafa!

Dijo contestándose a sí mismo.- Tengo miedo, vengo corriendo por el bosque. Estaba jugando cuando Jorge me contó todo eso de que sólo hacía que jugar con mentiras.

- Sí, es cierto, eres todavía un crío bobalicón, que no te das cuenta que haces el ridículo. –se recriminó a sí mismo-.
- Pero hasta ahora hemos vivido aventuras emocionantes. Nunca fueron mentiras. –reclamaba a su imagen en el agua negra, mientras perdía la energía de su semblante-. Hasta ahora todas nuestras imaginaciones no son mentiras, -se repetía- son fantasías estupendas, pero según Jorge ya no tienen sentido. –continuaba- Pero eso no puede ser. Últimamente no hace más que desvariar con no sé qué cosas raras. Qué ya es mayor, qué ya no le interesa nada. Ya no me hace caso… Habla de mi estúpido mundo y de lo interesante que es el suyo, pero yo veo que él está cambiando para mal, se está perdiendo de forma horrible. Y yo, sin embargo, veo muy claro que podríamos seguir viviendo aventuras emocionantes. Todos en la pandilla están encantados. Podríamos divertirnos jugando todos como siempre, pero él ya no quiere. No se da cuenta de que está muy serio y como siga así se va a volver un rancio.

Pensó un rato y mirándose a los ojos se preguntó.

- ¿Por qué estará así entonces? Se ha vuelto todo del revés. Lo que era divertido se ha convertido en una imbecilidad según dice. Pero lo que quiere hacer él no es nada divertido. ¡Tendré que imaginar mejores aventuras!

Terminó su disertación con energía, pero se quedó triste, cansado y pensativo.

20120524 La última mentira.

Está todo el mundo así. Desanimado como tú, pero también veo lo que se está haciendo a la sombra de los telediarios. Un nuevo mundo está por venir y esto no es una utopía. Estoy viendo una explosión de generosidad como no la he visto nunca. Está claro que estamos dominados por cuatro que se hacen llamar así mismos tecnócratas y que se creen que controlan en mundo porque ellos son más listos y la gente es tonta. Ya empieza a notarse una alta calidad de comprensión de la situación por la gente de la calle. La masa crítica no es tonta. Es como cuando eres pequeño y tus padres abusan sexualmente de ti. Sabes lo que está pasando y lo que quieres es saber cómo puedes trascenderlo. Como puedes salir de ahí. Es cuestión de tiempo y un poco de arrojo. Nunca hemos estado solos y si no viene nadie a ayudarnos, nos ayudaremos nosotros mismos porque no lo necesitamos. Somos suficientes y autosuficientes.

Yo ya te puedo dar pruebas de que se está creando una doble sociedad que dentro de muy poco va a ser mucho más fuerte que la de cartón piedra de los gobiernos. La gente está ya empezado a confiar en otros que no conocen para empezar a construir de manera colectiva. Ya hay establecidas cooperativas integrales en muchas ciudades (que abarcan todos los servicios y las necesidades de los ciudadanos), repartiendo trabajo, asistencia sanitaria, asistencia social, asistencia legal y un largo etc. de servicios "al margen de la ley" pero sin incumplirla. Cada día nacen en algún país del mundo nuevas monedas de intercambio. Hay gente cediendo tierras y edificios para que otros las organicen y las trabajen en una explosión de generosidad como no se había imaginado nunca. Las buenas ideas están tomando forma y sobre todo están tomando espacio.

Estoy viendo muchas cosas que me están dejando perplejo, mientas los bipartidos juegan a su pan y circo con banqueros y dirigentes continentales. Sabemos que su objetivo es la destrucción. La situación es muy deprimente, pero estoy rodeado de gente que, con sus acciones, me hace ya disfrutar del final del túnel del terror. Es poca la gente muy concienciada, pero mucha la que está esperando un clavo ardiendo al que asirse para poder cambiar sus vidas, que ya desde hace tiempo no son lo que debieran. Ya nos hemos quitado el peso de la culpa inculcada. Ya nadie se cree la mentira. Ya nadie quiere seguir viviendo de esta manera. Sólo unos pocos que ya incluso empiezan a dudar de lo que creen y crean a diario.