lunes, 11 de marzo de 2013

20120311 El asunto perdido de cada día.


Es probablemente la hora de dormir. Aún así me resisto a meterme en la cama. No sé si queda mucho por hacer. No sé si realmente queda algo por hacer. Lo que sí siento, como cierto, es que el día no ha acabado todavía. ¿Es posible que el día acabe más adelante, con el sueño? ¿Es posible que no pueda irme a dormir hasta que no haya dejado acabados todos los temas que cruzan por mi mente? 


Hace ya tiempo empecé a sentir que el tiempo era más pequeño, que se quedaba corto para ver a mis queridos y allegados, para deleitarme con mis proyectos, que las mañanas y las tardes ya son ratos que se pasan sin que te des cuenta antes incluso de que hayan empezado. Perseguido por una actividad frenética que no lleva a ningún lado me planteo todavía porqué no encuentro, por ningún sitio, cinco minutos diarios para poder parar.


Siempre imaginé que con la edad y la experiencia el tiempo iba a dar mucho más de sí. Que iba a poder ahorrar cientos de minutos porque ya sabría lo que quería y donde estaba. 


Al final está pasando lo contrario. Cada día me sale más caro. Las tareas quedan pendientes incluso después de haberlas acabado. Se ramifican y multiplican como si en vez de ser pasos que doy y voy cerrando, fueran ventanas que voy abriendo desde las cuales se debiera ir saltando.


Ahora me siento agotado. Igual es un buen momento para irse a la cama. De todas formas siento el temor de que mañana me levantaré igualmente consumido, ya que mi mente no habrá parado de saltar por ahí toda la noche. 


Hay algo que me falta por hacer todos los días …; pero si os tengo que decir la verdad, todavía no sé lo que es.

Buenas noches.