jueves, 16 de mayo de 2013

20130515 La dirección de la bala y el anhelo de mi corazón.

Hoy me encuentro de nuevo con una hoja en blanco delante de mi. 

Todos los días son una oportunidad para hacer algo nuevo, algo distinto, empezar con una rutina o una liberación. Nunca nos preguntamos y parece que vamos como viajando por una carretera en la que las personas, los acontecimientos, las noticias, los encuentros, nuestros estados de animo, no sé cuantas cosas más nos van empujando; se van tropezando con nosotros y nuestra dirección, nuestro deseo impidiendo nuestra trayectoria de bala, derecha, potente, definida, incluso atrevida. La bala que imaginamos en nuestras fantasías, en nuestros sueños, que a lo mejor es pura ficción en nuestra vida cotidiana.

Todas estas cosas nos van empujando, se van tropezando con lo que queremos y nos van sacando a la cuneta, o nos mandan por el desvío que no queríamos. De repente vemos que nuestra salida ya se ha pasado y que por culpa de algo que no habíamos previsto nos hemos pasado de nuestra meta. Agotados, nos sentimos molestos por todo el trabajo que tenemos que hacer para enderezar nuestro rumbo, dar incluso media vuelta para volver a perseguir nuestros propósitos de vida de nuevo.

Me recuerda, incluso, cuando empiezas decidido una relajación, una meditación y no encuentras la postura, te pica el cuerpo por todas partes, te despista un goteo proveniente de la cocina o no dejas de escuchar el tráfico o unas obras lejanas por la ventana. Un cúmulo de despropósitos que no le deja a tu mente que descanse y desaparezca, siquiera por unos instantes.

Es bueno decir no a alguien cuando se tropieza contigo y te pide que te desvíes con él por un momento. Es bueno decir que sí y dejarte llevar por las circunstancias. Es bueno ir a la par con todos, como una pandilla cuando se va de marcha, o es la soledad y el encabezar nuestros actos lo más apropiado.

Es el rumbo colectivo o el rumbo individual el que hace el colectivo. Hasta ahora, desde el principio de estas lineas, había hablado de actos conscientes; porque esta pesquisa no pretende ser un análisis. Más bien una reflexión de si uno debe ser pasivo o activo, más bien, si uno tiene que aprender a decir no a los miles de propuestas que le llegan desde todos los flancos de su interior, perdón, de su exterior. Ahora ya no sé.

"Hay tantas luces en la sala, tanta gente que nos llama que no se oye nada" como decía Silvio en el hallazgo de las piedras. Más si cabe desde que existe Internet, el correo, los twitts, los wapps, los chat, los mensajes, los blogs, las web.. Ya me canso sólo de enumerar los canales

Ya estamos todos comunicados, Ya no vamos a volver a perdernos. Aunque cayera un ataque de P.E.M. sobre nosotros ya hemos vivido la experiencia de estar conectados. No nos la puede quitar nadie. Siempre nos quedará la telepatía.

En realidad aún recuerdo cuando nos juntábamos para beber, hacer música, hacer calle o simplemente salir a dar una vuelta, la cantidad de conversaciones de como debían ser las cosas, de como debíamos arreglar el mundo. Al final la saturación de palabras, de ideas, de interrupciones, no sé de que más, nos va a llevar a empezar a caminar en silencio, pero en definitiva a caminar con piso firme pero fraternal; dando una mano gentilmente pero sin olvidar por donde seguir después de ser interrumpido, empujado o tropezado.

En definitiva nunca he visto a la gente tan unida como ahora en la cresta de la ola del individualismo. 

De todas formas disculparme si aunque vaya de la mano de vosotros no os escucho con atención  o me interrumpís o me tropiezo y no me giro a miraros; ha llegado el momento de centrarme en el anhelo de mi corazón. Al principio os puedo parecer hostil o mal educado. Con el tiempo celebrareis conmigo que de esta manera todos nos hemos ayudado mutuamente y que en el fondo estábamos en el mejor camino.

Como decía mi madre, la caridad empieza con uno mismo.