Después de correr por el bosque hasta llegar
al claro, se topó con algo que llamó de manera especial su atención en
ese paraje. Las últimas lluvias habían creado un lagunajo que no
acostumbraba a formarse. De cerca parecía muy profundo, y que menos que
asomarse para elucidar tan raro efecto óptico. Asomada la cabeza y de
rodillas, alterado al verse sobre un espejo negro, no le quedó otra que
formularse a sí mismo.
- ¡Qué mal aspecto tienes! ¡Estás hecho una piltrafa!
Dijo contestándose a sí mismo.- Tengo miedo,
vengo corriendo por el bosque. Estaba jugando cuando Jorge me contó todo
eso de que sólo hacía que jugar con mentiras.
- Sí, es cierto, eres todavía un crío bobalicón, que no te das cuenta que haces el ridículo. –se recriminó a sí mismo-.
- Pero hasta ahora hemos vivido aventuras
emocionantes. Nunca fueron mentiras. –reclamaba a su imagen en el agua
negra, mientras perdía la energía de su semblante-. Hasta ahora todas
nuestras imaginaciones no son mentiras, -se repetía- son fantasías
estupendas, pero según Jorge ya no tienen sentido. –continuaba- Pero eso
no puede ser. Últimamente no hace más que desvariar con no sé qué cosas
raras. Qué ya es mayor, qué ya no le interesa nada. Ya no me hace caso…
Habla de mi estúpido mundo y de lo interesante que es el suyo, pero yo
veo que él está cambiando para mal, se está perdiendo de forma horrible.
Y yo, sin embargo, veo muy claro que podríamos seguir viviendo
aventuras emocionantes. Todos en la pandilla están encantados. Podríamos
divertirnos jugando todos como siempre, pero él ya no quiere. No se da
cuenta de que está muy serio y como siga así se va a volver un rancio.
Pensó un rato y mirándose a los ojos se preguntó.
- ¿Por qué estará así entonces? Se ha vuelto todo
del revés. Lo que era divertido se ha convertido en una imbecilidad
según dice. Pero lo que quiere hacer él no es nada divertido. ¡Tendré
que imaginar mejores aventuras!
Terminó su disertación con energía, pero se quedó triste, cansado y pensativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario